Mi abue en su casa. DF,diciembre 2010
Ayer hablé con mi abue. Su voz era débil y sus palabras imprecisas. Notas del cansacio, de la no tan oportuna hora en la que le llamé (sus 9:00 am) e inevitablemente de su edad.
Le llamé para saber cómo estaba, pues hace alrededor de un mes tuvo una caida muy fea en un supermercado y se rompió dos costillas además de llenarse el cuerpo de moretones y abrirse una rodilla :(
Quedó como el coyote rufo del correcaminos. Ella dice que por la gracia de Dios aún está aquí.
Mi abue es una de las personas más importantes y queridas en mi vida desde que era una niña.Si en algún aspecto me considero afortunada en la vida es -entre otros- el haber tenido la suerte y alegría de crecer con mis abuelit@s cerca, ser nieta de un par se de seres extraordinarios que llenaban mis pupilas de emoción cada vez que les tenía a mi lado.
Ayer, con un hilito de voz, me dijo que pensaba que ya se iba a morir. Yo le dije " no digas eso, abue!" y no terminé de decir la frase cuando ya estaba en un mar de lágrimas, pues sé que es algo no poco probable, aunque me resisto. Por mi cabeza pasó su cara encendida como un tomate y sus puños apretados a la altura de la barbilla con una sonrisa que enseñaba todos los dientes haciendo: aaaaaiiiiiiii! En señal de emoción/ansias/felicidad de tener a un nietecit@ cerca, pululando por ahí. Cuando ese gesto era para mi, yo crecía dos centímetros al instante. También pasó la mesa de la cocina de su casa en bellavista con deliciosos platillos humeantes al centro y la familia sentada alrededor saboreando con amplias sonrisas los manjares de la abuela. Se oían además los "mmmmmm!!! mmmmm!!! y eso contribuye a que recuerde esas comidas como una gran fiesta pues comer en su casa era una GRAN alegría porque admás es una excelente cocinera, para mi, ¡la mejor! NOmás por citar algunas delicias están los macarrones con carne y piñones, los pulpos en su tinta, el kipi, las lentejas, la ensalada de bacalao... ¡tantas cosas! ¡tantos sabores! no sólo recuerdo el gusto exquisito sino que mi memoria olfativa se activa y me transporto a escenas que sólo me dicen: hogar, dulce hogar.
Amo a mi abuela y amo ser la nieta de doña Maruja Calderón Anaya.
No cabe duda que tu memoria es fotográfica, me llevaste a los momentos que describes. Ya sabes -porque te lo he mencionado en ocasiones- que ella volcó en sus nietos todo el cariño que era capaz de prodigar y los más afortunados fueron tu hermano y tú (por la cercanía) Eso es algo que siempre le agradeceré, que les diera a ustedes lo que a mí no pudo en su momento (por las razones que fueran) Ahora pienso que los nietos la "desbloquearon". ¡Enhorabuena!
ResponderEliminarSoroska: :) también puedes sentirte afortunada ahora, aunque ya no seas una niña. Hoy por hoy, tienes una madre cariñosa, orgullosa de ti y apapapachona. Disfrútala!
ResponderEliminarPepelon estaria feliz de leer esto. te quiero!
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